EDITORIAL IMAS por Julián Isla (patrono)

La sanidad necesita su propio "piloto automático"

cuadro de mandos avión

La aviación comercial moderna es un milagro de la tecnología. Millones de pasajeros vuelan cada día en aviones ultrasofisticados que recorren largas distancias de forma rutinaria y con enorme seguridad. Sin embargo, no siempre fue así. En las primeras décadas de la aviación, volar era una actividad arriesgada que requería habilidad y resistencia por parte de los pilotos. Los accidentes eran frecuentes debido a las limitaciones técnicas y humanas.

Este panorama empezó a cambiar en los años 50 con la introducción de los primeros “pilotos automáticos”. Estos sistemas asumieron tareas básicas de vuelo como el control de altitud y dirección, permitiendo a los pilotos concentrarse en la supervisión y la toma de decisiones. Con el tiempo, se añadieron más y más funciones automáticas, desde el despegue y aterrizaje hasta la navegación completa de una ruta punto a punto.

Hoy, los aviones modernos son tan automatizados que prácticamente pueden volar solos. El Airbus A350 cuenta con más de 1300 funciones automatizadas. En condiciones normales, el papel de los pilotos es supervisar que los sistemas funcionan correctamente y estar preparados para intervenir si fuese necesario. Gracias a ello, la seguridad aérea ha mejorado de forma espectacular en las últimas décadas, con tasas de accidentes y mortalidad muy inferiores a cualquier otro medio de transporte.

Al igual que ocurrió en su día con la aviación, el sector sanitario se enfrenta ahora al reto de gestionar una creciente complejidad. Los tratamientos son cada vez más sofisticados. Se genera una avalancha de datos sobre cada paciente. Las demandas y expectativas de los ciudadanos aumentan sin parar. Todo ello recae sobre unos profesionales sanitarios exhaustos y rebasados. La solución no es simplemente añadir más personal, igual que poner más pilotos en un avión no hubiera resuelto los retos de la aviación. Lo que se necesitan son “pilotos automáticos” para la sanidad: sistemas capaces de asumir tareas repetitivas y rutinarias, liberando a médicos y enfermeras para dedicarse a los pacientes.

En algunas áreas, esto ya está ocurriendo. Tecnologías como la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la robótica están empezando a automatizar procesos como:

- Gestión de historias clínicas y registros médicos

- Programación de citas y admisión de pacientes

- Transcripción de notas e informes médicos

- Interpretación de pruebas y diagnóstico por imagen

- Preparación y dispensación de medicamentos

- Seguimiento y monitorización de pacientes crónicos

- Interacción con pacientes a través de chatbots

Estos “pilotos automáticos” médicos presentan enormes ventajas. Permiten a los profesionales sanitarios recuperar tiempo y energía para dedicarlos a tareas de mayor valor donde se necesita un enfoque humano. Mejoran la eficiencia, aumentando la capacidad para atender más pacientes sin descuidar la calidad. Y lo que es más importante, tienen el potencial de salvar vidas al reducir los errores médicos provocados por el agotamiento y la saturación de los humanos.

Sin embargo, la adopción de estas tecnologías en sanidad está siendo demasiado lenta y fragmentada en comparación con sectores como la banca o el comercio. Existen fuertes reticencias culturales y la falta de una estrategia coordinada que garantice su implementación ética y equitativa. Es hora de que gobiernos y sistema sanitario unan fuerzas para acelerar la adopción de la automatización, tal como hicieron en su momento las aerolíneas, fabricantes y reguladores de aviación. Hace falta un plan maestro, apoyado con legislación y financiación, para integrar estas tecnologías a gran escala durante la próxima década. Esta hoja de ruta debe contemplar:

- Inversión en I+D para desarrollar soluciones automatizadas específicas para cada área sanitaria.

- Incentivos para que proveedores sanitarios adopten dichas soluciones probadas.

- Rigurosos protocolos de seguridad y privacidad de datos.

- Formación para que los profesionales sanitarios adquieran las habilidades necesarias en este nuevo entorno.

- Campañas de comunicación para generar confianza en la ciudadanía sobre el uso de estas tecnologías.

- Mecanismos para garantizar acceso equitativo y prevenir sesgos.

No será sencillo. Los cambios profundos nunca lo son. Inevitablemente se generarán tensiones y resistencias que habrá que gestionar con sensibilidad. Pero la alternativa de seguir como hasta ahora sencillamente no es viable. Los sistemas sanitarios de todo el mundo están al borde del colapso. Urge un cambio de paradigma y la automatización es una pieza central de la solución.

Con valentía y visión, la sanidad puede dar el salto hacia su propia era del “piloto automático”, recuperando su esencia de humanidad y compasión. Cuando las máquinas se encarguen de las tareas repetitivas, los profesionales sanitarios podrán dedicarse realmente a cuidar y curar. Los pacientes disfrutarán de una atención más personalizada y eficiente. Y los sistemas sanitarios ganarán en capacidad y sostenibilidad.

Ha llegado el momento de que la sanidad despegue hacia ese futuro más luminoso. Pero eso solo ocurrirá si todos los actores -empresas tecnológicas, gobiernos, profesionales y pacientes- viajan en la misma dirección. El destino merece sobradamente el esfuerzo: un sector sanitario revitalizado y centrado de nuevo en las personas y en el valor, no en los procesos.

Texto de Julián Isla, patrono de la Fundación IMAS; ingeniero en Microsoft; presidente y cofundador de Fundación 29

(Las opiniones vertidas en este texto no representan necesariamente a las de todos los miembros de nuestro patronato)

 

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